México y su diversidad biológica.

Consultado en: https://apps1.semarnat.gob.mx:8443/dgeia/informe15/tema/pdf/Informe15_completo.pdf Capítulo 4. Biodiversidad pp193 - 202 03/11/2022

Presentación a México y su Diversidad Biológica

Si bien la literatura acerca de las Causas de la Megadiversidad de México a nivel de difusión no es muy abundante, contamos con una Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales que aborda la temática a manera de justificación de su razón de ser, lo cual es muy didáctico. Este hecho nos permite contar con elementos de enseñanza muy aplicables en el nivel bachillerato.

En este caso, nos permitimos la libertad de seleccionar un fragmento de la obra "Informe de la Situación del Medio Ambiente 2015", que aborda la temática de la Diversidad Biológica de México. Debido a que se trata de una compilación muy bien lograda por Arturo Flores Martínez, César E. Rodríguez Ortega y María Alejandra González Gutiérrez de trabajos ad hoc de diversos autores, tenemos la seguridad de que el fragmento seleccionado no se verá como una parte mutilada de la obra completa, sino que responde a objetivos precisos que son muy aprovechables para abordar los contenidos de nuestro programa de estudios en el CCH de la UNAM.

Acerca de los autores

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT

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Los primeros antecedentes de la política ambiental en México fueron en los años cuarenta, con la promulgación de la Ley de Conservación de Suelo y Agua. Tres décadas mas tarde, al inicio de los años setenta, se promulgó la Ley para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental. En 1972, se instituye la Subsecretaría para el mejoramiento del ambiente en la Secretaría de Salubridad y Asistencia.

En el año de 1982, fue creada la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), para garantizar el cumplimiento de las Leyes y reorientar la política ambiental del país y en este mismo año se promulgó la Ley Federal de Protección al Ambiente. Para 1988 se publica la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LEEGEPA). En 1989, se crea la Comisión Nacional del Agua (CNA) como autoridad federal en materia de administración del agua, protección de cuencas hidrológicas y vigilancia en el cumplimiento de las normas sobre descargas y tratamientos del agua.

A partir de 1992, la SEDUE se transformó en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y se creó el Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

En diciembre de 1994, se creó la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), dicha institución nace de la necesidad de planear el manejo de recursos naturales y políticas ambientales en nuestro país desde un punto de vista integral, articulando los objetivos económicos, sociales y ambientales. Esta idea nace y crece desde 1992, con el concepto de "desarrollo sustentable". Con este cambio, desaparece la Secretaría de Pesca (Sepesca). En el año 2000, se cambió la Ley de la Administración Pública Federal dando origen a la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Consultado en: https://apps1.semarnat.gob.mx:8443/dgeia/informe15/tema/pdf/Informe15_completo.pdf 04/11/2022




MÉXICO Y SU DIVERSIDAD BIOLÓGICA

La notable diversidad biológica de México se explica por la influencia e interacción de diversos factores, entre los que destacan su historia geológica y su posición geográfica. En cuanto al primer aspecto, el territorio nacional se caracteriza por una variada topografía, con amplias serranías, cadenas volcánicas y mesetas. Sobresalen la Sierra Madre Occidental, que se extiende paralela a la costa del Pacífico, la Sierra Madre Oriental, que corre hacia el sur paralela al Golfo de México hasta el Escudo Mixteco, y el Eje Neovolcánico Transversal, en el que sobresalen los picos volcánicos de mayor altura en el país.

La ubicación geográfica de México y su topografía explican, en parte, su variedad de climas, los cuales van desde los cálidos húmedos hasta los fríos alpinos, pasando por los subhúmedos, los templados y los secos de las zonas áridas. Además, su ubicación lo coloca en una zona de transición entre dos regiones biogeográficas: la Neártica (dominada por asociaciones y especies de clima templado-frío emparentadas con las del Viejo Mundo), que abarca el centro y norte de México, las zonas templadas y frías de las sierras Madre Oriental y Occidental, y las sierras volcánicas del centro del país; y la región Neotropical (con especies de afinidad Afrotropical), que comprende las tierras bajas cálido-húmedas o subhúmedas, así como algunas zonas altas de las sierras de Chiapas y de la Sierra Madre del Sur (Sánchez et al., 2007).

Todos estos factores han generado en México las condiciones necesarias para permitir la presencia de la mayoría de los ecosistemas reconocidos en el planeta (Rzedowski, 1978 y 2006). Las comunidades vegetales que pueden encontrarse en nuestro territorio van desde las selvas húmedas, subhúmedas y secas, pasando por los bosques templados y mesófilos de montaña, hasta los matorrales xerófilos, pastizales, manglares y otros tipos de humedales. Esta diversidad lo coloca, junto con Brasil y Colombia a nivel latinoamericano, como uno de los países con mayor variedad de ecosistemas terrestres y acuáticos en su territorio (Dinerstein et al., 1995). Para más información sobre la vegetación nacional y su dinámica en el país, se sugiere consultar el capítulo sobre Ecosistemas terrestres.

México se ubica como el décimo segundo país con mayor extensión de litorales y de superficie marina del mundo (Lara-Lara et al., 2008). El estar flanqueado por el Océano Pacífico, el Golfo de California, el Golfo de México y el Caribe, además de contar con un gran número de islas e islotes, lo hace también poseedor de una excepcional riqueza de ecosistemas costeros y marinos, entre los que pueden encontrarse manglares, vegetación de dunas arenosas, arrecifes, praderas de pastos marinos, comunidades de algas, además de una variedad de topoformas como montes y cañones submarinos, ventilas hidrotermales y abismos oceánicos, entre otros (Conabio, 2014).

En cuanto a la diversidad de especies, de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), en el mundo se han descrito poco más de 1.73 millones, principalmente invertebrados (Figura 4.1). Sin embargo, esta cifra podría resultar pequeña en virtud de que el conocimiento de la biodiversidad global es aún incompleto. Los cálculos más conservadores estiman que en el planeta podrían habitar más de 100 millones de especies (Mora et al., 2011).

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Para México, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio, 2015a), en 2014 se tenían registradas 27 322 especies de plantas vasculares, 4 476 especies de hongos, 5 714 especies de vertebrados y 48 198 especies de invertebrados. Esta diversidad coloca al país entre los primeros lugares del mundo en riqueza para algunos grupos taxonómicos (Figura 4.2).

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Se ha calculado que esta riqueza equivale a cerca del 10% de la biodiversidad global (Martínez- Meyer et al., 2014; Figura 4.3). Sin embargo aún existen muchas áreas en el territorio que no se han estudiado con detalle, como por ejemplo, algunas zonas tropicales o muchos ecosistemas marinos, particularmente los de mar profundo. Además, ciertos grupos, como los invertebrados, hongos y criptógamas tampoco se han colectado ni estudiado suficientemente (Smith-Ramírez, 2005), por no mencionar el caso de los microorganismos. Aún dentro de los grupos relativamente bien conocidos, como los moluscos y crustáceos, también hay órdenes y familias que no se conocen con profundidad (Martínez-Meyer et al., 2014). Por esta razón se calcula que la cifra de especies descritas para el país podría representar entre el 30 y 50% de la biodiversidad que realmente lo habita (Martínez-Meyer et al., 2014).

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Respecto a la riqueza de plantas vasculares descritas en el país, dominan las angiospermas con 25 992 especies, principalmente de las familias de las compuestas (Asteraceae, 3 529 especies), leguminosas (Fabaceae, 2 204 especies) y de las cactáceas (Cactaceae; 720 especies; Cuadro D3_BIODIV02_11). La mayor riqueza de plantas vasculares se encuentra en los estados del sur, donde se localizan algunos de los ecosistemas con mayor biodiversidad del país, como las selvas altas perennifolias o los bosques mesófilos de montaña, que se entremezclan en complejos relieves topográficos; resaltan los estados de Oaxaca, que posee el 39% de las especies nacionales, (con 9 804 especies), Veracruz (34%, 8 617 especies) y Chiapas (33%, 8 334 especies; Figura 4.4; Tabla 4.1).

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En cuanto a los vertebrados, las 5 714 especies registradas en México equivalen a cerca del 9% del total descrito a nivel mundial (Figura 4.3). En el caso de las aves, en el país se registran poco más del 10% de las especies conocidas globalmente (1 100 especies), concentrándose el mayor número en los estados de Veracruz, Oaxaca y Chiapas (Conabio, 2015a). Los mamíferos mexicanos (556 especies) también suman alrededor del 10% de las especies conocidas globales, con el mayor número también al sur del país (en Chiapas, 214 especies; Oaxaca, 211; y Veracruz, 203) y en el occidente del país (en Jalisco, con 204 especies). La riqueza de reptiles, que suma 885 especies, convierte a México en el segundo país más rico a nivel mundial después de Australia. Los estados del sureste como Oaxaca, Chiapas y Veracruz son los más diversos en este grupo, con 257, 219 y 195 especies, respectivamente. Finalmente, en el caso de los peces, comprenden alrededor del 8.4% de las especies registradas a nivel mundial. Predominan las especies de ambientes exclusivamente marinos (57% de las 2 782 especies registradas), seguidos por las especies estuarinas (31%) y las exclusivamente dulceacuícolas (13%). Particularmente ricos en especies marinas, estuarinas y vicarias son los estados que bordean al mar de Cortés: Baja California Sur y Sonora, con 304 y 225 especies, respectivamente. En el caso de los peces continentales, son particularmente ricas en especies las cuencas de los ríos Bravo (74 especies), Grijalva-Usumacinta (72 especies), Lerma-Santiago (57 especies) y río Pánuco (52 especies; Mapa 4.1).

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Los invertebrados (entre los que destacan los insectos por su diversidad), aunque menos conspicuos que la mayoría de las especies de vertebrados, tienen importancia fundamental para mantener la estructura y función de los ecosistemas, por ejemplo, a través de su participación en el reciclado de materia orgánica, la movilización de nutrientes del suelo, la polinización y el control de plagas, entre otros. De acuerdo con la Conabio (2015a), en nuestro país existen poco más de 30 mil especies de insectos; sin embargo, de acuerdo con Zhang (2011) México podría albergar hasta el 10% del total de la biodiversidad de insectos a nivel mundial, lo que representaría cerca de 100 mil especies.

Además de la riqueza de especies, el endemismo, que se refiere a las especies que habitan exclusivamente una región geográfica, también es una característica importante de la biodiversidad nacional. En nuestro país, la mayor parte de las zonas de alto endemismo se concentran en las zonas montañosas y los desiertos (Medina-Macías et al., 2010; Figura 4.5). Dentro de los grupos de plantas vasculares con un alto número de especies exclusivas al país están los encinos (género Quercus) con alrededor de 107 especies endémicas (casi 67% del total de especies mexicanas y alrededor del 21% de las especies a nivel mundial), los pinos (género Pinus) con 40 especies endémicas (85% del total de especies reportadas en nuestro país), las cícadas con 41 especies endémicas (79% del total) y las orquídeas (585 especies, 37%; Figura 4.6; Conabio 2015a). México es también el centro más importante de diversificación de las cactáceas a nivel mundial: aquí se registran 720 especies de las cuales el 72% son endémicas (518 especies; Jiménez, 2011; Cuadro D3_BIODIV02_13b).

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En cuanto a la fauna, los grupos de mayor endemismo en el país son los anfibios y los reptiles. En el caso de los anfibios, de las 381 especies registradas, 252 son endémicas, es decir, el 66% (Parra-Olea et al., 2014); de las 885 especies de reptiles, 493 son endémicas (56%; Figura 4.6). Con menores niveles de endemismo están los mamíferos (29% del total, 162 de las 556 especies) y las aves (17%, 194 de las 1 110 especies; Navarro-Sigüenza et al., 2014; Cuadro D3_BIODIV02_14b).

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El territorio que ahora ocupa México ha estado habitado por grupos humanos por lo menos desde hace 12 o 13 mil años (Del Olmo et al., 2011). La prolongada interacción de muchos de ellos con la biodiversidad local provocó la domesticación y semidomesticación de muchos grupos de plantas y de algunos animales. Por ello, también es reconocido como uno de los ocho principales centros vavilovianos(1) de origen, domesticación y diversidad genética de más de 130 especies de plantas cultivables en el mundo (Acevedo et al., 2009). Destacan por su importancia el maíz (Zea mays), frijol (Phaseolus spp.), chile (Capsicum annuum), calabaza (Cucurbita spp.), cacao (Theobroma cacao), jitomate (Solanum lycopersicum), tomate (Physalis ixocarpa), camote (Ipomoea batatas), yuca (Manihot esculenta), jícama (Pachyrhizus erosus), amaranto (Amaranthus leucocarpus), huauzontle (Chenopodium berlandieri subsp. nuttalliae), cacahuate (Arachis hypogaea), papaya (Carica papaya), guayaba (Psidium guajava), algodón (Gossypium hirsutum) y tabaco (Nicotiana tabacum) (Hernández-Xolocotzi 1998; Cuadro D3_BIODIV05_03). Además, México ha sido centro de diversificación secundaria de otros cultivos importantes como la papa y el girasol (Helianthus annuus), así como de especies maderables de uso forestal de los géneros Pinus (Styles, 1993) y Quercus (Nixon, 1993).


(1) Nicolai Vavilov fue un genetista y botánico ruso que propuso ocho centros de origen de las plantas cultivadas: 1) China, 2) India y la región Indo-Malaya, 3) Asia central, 4) Cercano Oriente, 5) Mediterráneo, 6) Etiopía, 7) Mesoamérica y 8) Sudamérica


En el caso del maíz, en América Latina se han descrito cerca de 220 razas, de las cuales, 64 (29%) se han identificado y descrito para México (Conabio, 2012). Todas las especies de chile son originarias del continente americano, cinco de las cuales han dado lugar a más de 40 variedades en el país (Montes-Hernández, 2010; Conabio, 2015b). Respecto al frijol, existen más de 70 variedades y aproximadamente 150 especies en el mundo, de las cuales 50 se encuentran en nuestro país (Conabio, 2013).

En contraste con la gran cantidad de especies vegetales domesticadas en México, existen solo dos especies animales propiamente domesticadas: un ave, el guajolote (Meleagris gallopavo) y un mamífero (el perro xoloitzcuintle; Perales y Aguirre, 2008), así como nueve especies de insectos semidomesticadas 2 (hormigas, chapulines y gusanos de maguey, entre otras; Conabio, 2015a).

Aun cuando el conocimiento de la diversidad de especies de México es aún incompleto, es mucho mayor que el que se posee respecto a la diversidad genética de sus especies y poblaciones. Hasta finales de la década pasada, en el país se habían estudiado desde el punto de vista de su riqueza genética alrededor de 200 especies, entre microorganismos, coníferas, encinos, epífitas, cícadas, parasitoides, áfidos, aves y mamíferos marinos (Tabla 4.2). Si este número se compara con la riqueza de especies que se lista para el país actualmente, resulta sorprendentemente bajo. No obstante, a pesar del esfuerzo que aún debe realizarse en esta área, los estudios realizados permiten suponer que la riqueza de muchas de las especies silvestres también podría ser significativa (Piñero et al., 2008).

Tabla 4.2
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AMENAZAS A LA BIODIVERSIDAD

La riqueza biológica de las comunidades y ecosistemas es, al fin y al cabo, el resultado de la compleja interacción de procesos geológicos, climáticos, ecológicos y evolutivos. Los cambios ambientales que sufren los ecosistemas por estos factores han conducido a la continua diversificación de los grupos biológicos y, en contados periodos de la historia del planeta, a la repentina extinción de muchas de sus especies.

Desde su aparición, la humanidad se ha convertido en una fuente constante de presión sobre los ecosistemas y su biodiversidad. Para conseguir sus bienes de subsistencia, desde milenios atrás los grupos humanos han empleado la caza, la pesca, la recolección de frutos y más tardíamente la modificación del hábitat para el desarrollo de la agricultura. La colonización y presencia humana llevó a la extinción de numerosas especies (como en el caso de algunos de los grandes herbívoros como el mamut, el milodón y el megaterio; Barnosky y Lindsey, 2010; Sandom et al., 2014; Wojtal y Wilczynski, 2015) y a cambios sustanciales en el funcionamiento de sus ecosistemas, en ambientes particularmente sensibles como las islas. Sin embargo, durante muchos siglos estos cambios y sus afectaciones fueron, hasta cierto grado, locales. Ha sido a partir de los siglos XIX y XX — y sobre todo desde la década de los años cincuenta de este último — que los seres humanos se convirtieron en el factor de cambio más importante para los ecosistemas terrestres y acuáticos del planeta (MEA, 2005). Los efectos del cambio de la humanidad en el paisaje (con sus consecuentes impactos en el clima y en la pérdida de la diversidad biológica que vivimos actualmente) han sido de tal magnitud que muchos científicos han propuesto desde inicios del presente siglo, y con mayor impulso en años recientes, nombrar a la época actual como el Antropoceno (ver Crutzen, 2002).

Una de las diferencias fundamentales de los efectos derivados, tanto de los cambios que suceden de manera natural como de las actividades humanas, radica en la tasa y complejidad a la cual ocurren (Challenger et al., 2009). En el caso particular de la biodiversidad, la velocidad a la que los científicos han calculado que el planeta está perdiendo sus especies rebasa ampliamente (entre 10 y 1 000 veces; Pimm et al., 1995) las tasas de extinción observadas en el registro geológico en épocas previas a la aparición humana. Es por ello que se reconoce que la biodiversidad podría estar enfrentando en nuestros días la sexta crisis de extinción más grave de su historia (Barnosky et al., 2011; Ceballos et al., 2015).

Entre las principales causas de pérdida de biodiversidad, ocasionadas por los humanos, están la transformación, degradación y fragmentación de los ecosistemas naturales, en particular por la expansión de la agricultura y la ganadería, la urbanización, la construcción de infraestructura (como carreteras, muelles y presas) y por la apertura de minas y canteras (PNUMA, 2012). A ello debe sumarse la sobreexplotación de las poblaciones silvestres de muchas especies (por la pesca, la caza y la recolección), la introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático global. En esta sección se describe, de forma general, la problemática derivada de la agricultura, la construcción de carreteras y la introducción de especies exóticas como fuente de amenazas para la biodiversidad de México. En el capítulo sobre Ecosistemas terrestres se pueden consultar mayores detalles respecto a otras presiones que afectan los ecosistemas naturales (y a su biodiversidad) como son el cambio de uso del suelo, el aprovechamiento de los recursos naturales y los incendios forestales.


REFERENCIAS

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Actividades de aprendizaje.

1. Leer el artículo individualmente y hacer una discusión grupal con auxilio del profesor.

2. Bajo la supervisión del profesor, repartir entre los distintos equipos, los tres artículos seleccionados para este apartado y exponerlos ante el grupo.

3. Mediante una secuencia de 4 mapas, investiga la superficie emergida de lo que actualmente es México a partir del Cretácico.

4. Investiga 3 características geológicas, hidrológicas o fisiográficas que diferencian la Península de Yucatán.

5. Menciona tres ventajas con respecto a la biodiversidad, que tiene México por sus costas.

6. Investiga alguna especie que se haya descrito en México en los últimos tres años.