Biodiversidad: desvaneciéndose frente a nuestros ojos.

Edward O. Wilson (Universidad de Harvard) <ref> Tomado de: TIME, Special Edition. (Earth day 2000). April - May 2000. Pages 29-34.</ref> <ref>Traducción por: Luis Alfredo Vázquez Bárcena</ref>

Los científicos la conocen como biosfera y como acto de creación los teólogos; la vida, toda junta, consiste en una capa alrededor de la Tierra, tan delgada, que sus límites no pueden ser distinguidos desde un satélite, pero tan prodigiosamente diversa que solo una pequeña fracción de sus especies han sido descubiertas y nombradas. El producto de miles de millones de años de evolución, son los organismos que ocupan virtualmente todo centímetro cuadrado de la superficie planetaria y ocupan prácticamente todo nicho ecológico imaginable.

Los biólogos estiman que más de la mitad de las especies que existen, habitan el bosque tropical lluvioso. De estos invernaderos naturales, se han reportado muchos récords de biodiversidad. Por ejemplo, en el bosque de la Costa Atlántica de Brasil, en una hectárea (100 x 100 m) se encuentran 425 especies de árboles y en un extremo del Parque Nacional Manu, en el Perú se encuentran unas 1300 especies de mariposas. En ambos casos, tal diversidad excede en más de 10 veces el número de especies de sitios comparables en Europa o Norteamérica. En el otro extremo, los Valles Secos de McMurdo en la Antártida, con los suelos más fríos y pobres del mundo, aún alberga comunidades dispersas de bacterias, hongos y pequeños invertebrados microscópicos.

Unas cuantas especies sobresalientes, los "extremófilos", han desarrollado sorprendentes maneras de adaptación fisiológica en los límites de la Tierra habitable. En las más frías aguas polares, algunos peces y otros animales prosperan, manteniendo fluida su sangre mediante anticongelantes químicos. Poblaciones de bacterias viven en las espumas de las ventanas volcánicas geotermales en el piso del fondo oceánico, multiplicándose en aguas por encima del punto de ebullición. Y muy por debajo de la superficie terrestre, a una profundidad de hasta más de 3200 m, habitan los SLIMES (por sus siglas en inglés de Ecosistemas Microbianos Subterráneos Litoautotróficos), asociaciones únicas de bacterias y hongos que ocupan poros en el material cementante de partículas de rocas ígneas y que derivan su energía de productos químicos inorgánicos. Los SLIMES son independientes del mundo superficial, de modo que aún cuando éste mundo superficial fuese incinerado, los SLIMES sobrevivirían y, dando tiempo suficiente, probablemente evolucionarían en nuevas formas de vida capaces de recolonizar el mundo del aire y la luz solar.

La biodiversidad (apócope de diversidad biológica) de la Tierra se organiza en tres niveles. En la cima se encuentran los ecosistemas, tales como los bosques lluviosos, arrecifes de coral y lagos. Por debajo están las especies que conforman los ecosistemas: mariposas de cola de golondrina, anguilas y personas. En el fondo, encontramos la variedad de genes que constituyen la herencia de tales especies. ¿Cuánta diversidad hay? Los biólogos han descrito entre 1.5 y 1.8 millones de especies. Aunque esta impresionante cantidad es solo el inicio. Los cálculos del número total de especies vivas van, dependiendo del método empleado, entre 3,600,000 y 100,000,000.

Los menos conocidos son los animales pequeños. Mediante muestreo repetido, los biólogos calculan que como un 10% de los diversos tipos de insectos, gusanos nemátodos y hongos han sido descritos. Para las bacterias y otros organismos, el porcentaje conocido pudiera ser menor al 1%. Incluso los organismos más grandes e intensivamente estudiados están catalogados de manera incompleta. Por ejemplo, 4 especies de mamíferos han sido descubiertos recientemente en las remotas montañas Anamitas, a lo largo de la frontera Vietnam - Laos. Uno de ellos el saola, es un animal parecido a las vacas, pero lo suficientemente distinto como para constituir un género nuevo. En lo que concierne a la vida, la Tierra es un planeta poco conocido.

Los biólogos que estudian la biodiversidad la ven desvanecerse ante sus propios ojos. Para usar dos de sus frases favoritas, ellos viven en un mundo de heridas y practican una disciplina científica con un plazo mortal. En general, ellos concuerdan en que la tasa de extinción de especies es actualmente de 100 a 1000 veces mayor a como era antes del surgimiento de la humanidad. A través de la mayor parte del tiempo geológico, las especies y sus descendientes inmediatos vivieron un promedio de un millón de años. Desaparecieron naturalmente a una tasa aproximada de una especie al año por cada millón de especies existentes, con la salvedad de que rápidamente evolucionaban especies que las reemplazaban a una tasa similar, manteniendo un equilibrio. Esto ya no ocurre. No solo se sufre actualmente una elevada tasa de extinción, sino que la tasa de surgimiento de especies nuevas ha declinado al ritmo de la destrucción del ambiente natural.

La causa principal, tanto de las extinciones como de la disminución evolutiva es la degradación y destrucción de hábitats por las actividades humanas. Aunque el bosque lluvioso solamente cubre el 6% de la superficie terrestre (casi la misma superficie de los 48 estados contiguos de los Estados Unidos), está perdiendo anualmente un área de casi la mitad del estado de Florida. La biodiversidad se ve aún más amenazada cuando el bosque lluvioso es fraccionado en islas de vegetación separadas, o parcialmente talado, o cuando se incendia. Con otros dos exuberantes ecosistemas bajo ataque: los arrecifes de coral (2/3 degradados) y los pantanos de manglar (1/2 alterado o eliminado), las tasas de extinción de especies y razas se incrementa en todas partes.

No todas las especies condenadas desaparecen inmediatamente. La mayoría sufre antes una disminución en su distribución geográfica y acervo genético a unos niveles peligrosamente bajos, descendiendo eventualmente hasta alcanzar lo que los biólogos llaman "muertos vivientes". Por ejemplo, en todo el mundo, unas 976 especies de árboles están clasificados como en peligro crítico de extinción. Dos de éstas especies cuentan con 2 o 3 individuos vivos y otras tres especies solo cuentan con un representante: He estado macabramente compilando lo que llamo el "Club de los 100 Corazones Latiendo" (Hundred Heartbeat Club) de especies animales, el cuál consiste en 100 o menos individuos para, a partir de ellos, alejar a la especie de la extinción total. Los miembros más conocidos del club incluye al rinoceronte de Java, el águila de las Filipinas, el cuervo Hawaiano, la araruna de Spinx y el delfín Chino de río. Otras especies amenazadas apuntadas para próxima admisión son el panda gigante, el rinoceronte de Sumatra y el gorila de montaña.

Figura 1. Cinco especies pertenecientes al Heartbeat Club.


Los paleontólogos reconocen 6 extinciones masivas previas durante los últimos 500 millones de años (hasta hace poco se pensaba que eran 5, pero se ha agregado otra de principios del Cámbrico). La última y más famosa, que ocurrió hace 65 millones de años y fue causada por el impacto de un meteorito gigante en las costas del actual Yucatán, terminó con la edad de los dinosaurios. Estas catástrofes siguieron una secuencia típica. Primero, una gran parte de la biodiversidad fue destruida. Hubo un surgimiento de un pequeño número de "especies de desastre", tales como una mezcolanza de hongos y helechos, que sobrevivieron y se reprodujeron rápidamente para llenar los espacios habitables vacíos. Conforme pasaba más tiempo, unas cuántas especies "tipo Lázaro" reaparecieron en localidades de las que habían sido barridas, siendo capaces de esparcirse a partir de lugares aislados difíciles de detectar. Entonces, muy lentamente, a lo largo de 2 a 5 millones de años, la vida como un todo evoluciona nuevamente a su original y total variedad.

Los investigadores de la biodiversidad coinciden en que estamos en medio de la séptima extinción masiva. Aún si la tasa actual de destrucción del hábitat se continuara únicamente en los bosques y arrecifes de coral, la mitad de las especies vegetales y animales se habrán desaparecido para finales del siglo 21. Nuestros descendientes heredarían un mundo biológicamente empobrecido y homogéneo. No solo habría muy pocas formas de vida, sino que fauna y flora se verían muy semejantes en todo el mundo, con especies desastrosas como hormigas rojas y ratones caseros ampliamente distribuidas. Entonces la humanidad tendría que esperar millones de años de evolución natural para reemplazar lo que se perdió en una sola centuria.

Estoy convencido de que a largo plazo, el ocaso de la exuberancia de la vida será de mayores consecuencias para la humanidad que el actual calentamiento global, destrucción de la capa de ozono y contaminación todos juntos. ¿Por qué? Por razones prácticas, por lo menos. La alimentación humana proviene de una peligrosamente angosta banda de biodiversidad. A través de la historia, la gente ha cultivado o recolectado 7000 especies vegetales para alimentarse. Actualmente solo 20 especies proveen 90% de la alimentación mundial, y solo 3 (maíz, trigo y arroz) proveen mas de la mitad. Decenas de miles de especies de vegetales que aún sobreviven en el mundo, pueden cultivarse o proveer genes para incrementar la producción en los desiertos, llanuras salitrosas y otros hábitats marginales.

Los fármacos naturales ofrecidos por la biodiversidad también se encuentran subutilizados. Solo unos cuantos cientos de especies silvestres han bastado para abastecer nuestros antibióticos, agentes anticáncer, analgésicos y adelgazadores de sangre. La bioquímica de la gran mayoría de otras especies (millones de ellas), es una reserva insondable de sustancias nuevas y potencialmente más efectivas. La razón se encuentra en los principios de la biología evolutiva. Atrapadas en una carrera armamentista sin fin, estas especies han inventado una miríada de maneras de combatir microbios y células fuera de control provocadoras de cáncer. Escasamente hemos empezado a consultar la experiencia acumulada en sus genes.

Si se piensa que el futuro desarrollo de la agricultura y la medicina no ameritan la conservación de la biodiversidad, entonces hay que considerar su sobrevivencia. La biosfera nos da suelos renovados, energía, agua limpia y el aire que respiramos de a gratis. Mientras más especies constituyan las comunidades, más estable y resistente será el planeta como un todo.

Ahora consideremos la ética. Cada vez un mayor número de líderes científicos y religiosos se preguntan: ¿Quiénes somos nosotros para destruir o aún disminuir la biodiversidad y por lo tanto la creación? Mire más de cerca a la naturaleza, dicen los líderes; cada especie es una pieza maestra, exquisitamente adaptada para su ambiente particular en el cuál ha sobrevivido por miles de millones de años. Es una parte del mundo (parte del Edén si Usted prefiere) dentro del cuál nuestra propia especie surgió.

El libertinaje del siglo 20 ha dejado a la humanidad en un cuello de botella de sobrepoblación y de amenaza a los recursos naturales. A través de este cuello de botella la humanidad y el resto de las formas vitales deben pasar. A finales del nuevo siglo, si tenemos suerte y somos lo suficientemente sabios, saldremos de mejor manera a como entramos, con una población máxima de 8,000 millones e iniciando un ligero decremento. En todas partes, la gente habrá adquirido una calidad de vida decente, con la esperanza de que todo mejorará. Uno de los aspectos definitorios del siglo será también detener el incremento poblacional antes de que destruyamos el planeta. Para ese fin, es importante aceptar el reto y la responsabilidad de la conservación global (y hacerlo ahora, antes de que sea demasiado tarde). Seremos juzgados por la cantidad de biodiversidad que pasemos con nosotros a través del cuello de botella.

Existen razones para ser cautelosamente optimista de que la biodiversidad puede ser salvada. Aunque el que ocurra a tiempo depende fundamentalmente del cambio hacia una nueva ética, que vea a la humanidad como parte de la biosfera y su fiel administrador, no solo el patrón residente y el maximizador económico. El cambio de sentimientos ya ha iniciado en la mayoría de los países entre unos cuantos líderes visionarios y una parte del público en general, aunque muy lentamente.

El éxito también depende de la atención que se ponga al manejo sustentable del ambiente, incluyendo la protección de la biodiversidad. Los expertos en conservación dan actualmente máxima prioridad a los "puntos calientes", manchas de naturaleza silvestre que contienen altas concentraciones de especies amenazadas, que dan esperanza de que pueda haber grandes avances en poco tiempo. Desde las costas de California al bosque lluvioso de África, los puntos terrestres más "calientes" ocupan únicamente el 1.4% de la tierra firme, aunque es el hogar exclusivo de más de la mitad de las especies de plantas terrestres y vertebrados. Del mismo modo, de las corrientes de los Apalaches a los arrecifes coral de las Filipinas, los "puntos calientes" acuáticos ocupan una pequeña fracción de las aguas someras. Este gran tajo de diversidad puede ser puesto a salvo rápidamente sin grandes consecuencias económicas o sociales. Más difícil, pero igualmente importante, son la preservación y el uso prolongado no destructivo de los fragmentos restantes de bosque maduros, incluyendo las zonas tropicales de Asia, África Central y Latinoamérica.

Nada de esto será fácil, pero ningún objetivo tan elevado lo ha sido nunca. Seguramente nada puede ser más importante que asegurar el futuro de las demás formas de vida y por lo tanto, preservar el nuestro.

REFERENCIAS

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