El as de Lamarck: las especies se transforman de manera continua

Ricardo Noguera Solano y Juan Manuel Rodríguez Caso

Revista nexos, junio 27, 2021

https://ciencia.nexos.com.mx/el-as-de-lamarck-las-especies-se-transforman-de-manera-continua/

Presentación.

Uno de los más grandes precursores de la teoría de la evolución es sin lugar a duda Jean Baptiste Monet Caballero de Lamarck, y podríamos decir que se encuentra entre los primeros en explicar; que cuando las circunstancias cambian, las especies se transforman (transformismo) y cambian sin cesar a lo largo del tiempo. Queria convencer que estas transformaciones ahora llamadas evolución eran un hecho y no una especulación, así como afirmar que la naturaleza es la causa de la vida, del origen de las especies y que los humanos somos producto de un proceso de transformación continua y que tenemos antepasados muy antiguos emparentados con primates como el orangután, lo que implica el cuestionamiento del origen divino del ser humano y no solo eso, sino que todos los seres vivos provenimos de un antepasado en común. Lo cual nos indica que era un materialista convencido que ayudó a cambiar algunas de las creencias más arraigadas en el ser humano. La teoría de Lamarck en la actualidad suele ser menospreciada por su idea de la herencia de los caracteres adquiridos, pero como veremos en el artículo, su aportación al pensamiento evolutivo fue muy innovador, con visión materialista y de la mayor importancia para el desarrollo del pensamiento evolutivo.


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Dr. Ricardo Noguera Solano.
rns@ciencias.unam.mx

Biólogo por la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro y Doctor en Ciencias por la misma institución.

Profesor Titular “B” de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias en la que ha impartido cursos desde 1996 en las siguientes asignaturas de licenciatura: “Filosofía e Historia de la Biología”, Taller “Teorías y conceptos centrales del evolucionismo: de Darwin al DNA”; Taller “Estudios filosóficos, históricos y sociales sobre biología evolutiva”, “Bioética”, “Epistemología”, “Metodología” y asignaturas de Posgrado: “Evolución”; “Historia de la Ciencia” y “Filosofía de la Biología; y diversos cursos de actualización para profesores del bachillerato de la UNAM.

Nivel II en el Sistema Nacional de Investigadores.

Coordinó la Comisión de Ética y Responsabilidad Científica (CEARC) de la Facultad de Ciencias entre enero de 2019 a marzo de 2021.

Áreas de investigación:

i. Historia de la Biología: Ideas de la evolución y de la herencia en los siglos XIX y XX.

ii. Origen evolutivo de la capacidad moral.

Coordinó el Proyecto de Investigación: Bioética pragmática desde la biología evolutiva (Proyecto PAPIIT IN404816) en la Facultad de Ciencias. En el Programa Universitario de Bioética coordina el grupo de investigación Raíces evolutivas de la ética.

Lab. de Historia y Filosofía de la biología, Edificio A segundo piso Departamento de Biología Evolutiva. Facultad de Ciencias, Universidad 3000 Circuito Exterior S/N, C.P. 04510 Ciudad Universitaria.1


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Juan Manuel Rodríguez Caso


Juan Manuel Rodríguez Caso es doctor en Historia y Filosofía de la Ciencia por la School of Philosophy, Religion and History of Science, Universidad de Leeds, Reino Unido. Estudió licenciatura y maestría en Ciencias Biológicas en la UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Sus principales áreas de interés son la historia del darwinismo, el diálogo entre ciencia y religión, y el desarrollo de la antropología victoriana. Es miembro de diversas sociedades científicas, como la British Society for the History of Science (BSHS) y la International Society for History, Philosophy and Social Studies of Biology (ISHPSSB), e Historiadores de las Ciencias y las Humanidades, A.C. Actualmente funge como Advisory Board Member para la International Research Network for the Social Study of Science and Religion"

Campos • Estudios filosóficos y sociales de la ciencia y la tecnología

• Historia de la ciencia

Líneas de investigación

• Estudios sociales y culturales sobre el darwinismo y la biología evolutiva

• Institucionalización de disciplinas científicas

• Historia de la biología y de la antropología, siglos XIX y XX

• Reflexiones teóricas sobre la práctica de la bioética




Mientras el naturalista francés Jean Baptiste Lamarck (1744-1829) investigaba organismos fosilizados, entre ellos conchas de invertebrados, se encontró con que había fósiles que tenían similitudes con especies actuales, pero no parecían ser las mismas. Además, había conchas cuyos representantes ya no tenían ninguna representación actual, como si de pronto su historia hubiera llegado a un punto final. Su conclusión fue que había dos posibilidades: cuando cambian las circunstancias las especies se extinguen o, en el mejor de los casos, ¡se transforman! La primera opción era posible y no la rechazó, como puede leerse en su libro Filosofía zoológica (1809) y también en Historia natural de los animales sin vértebras (1815).

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Ilustración: Adrián Pérez

La segunda opción, la de la transformación de las especies, le pareció un hecho innegable de la naturaleza que respondía a una cuestión planteada por el Barón de Holbach sobre el origen natural del ser humano y de todas las especies, que parecía imposible de responderse: “Tanto el hombre, como todo cuanto existe en nuestro globo, y en los demás, debe estar sujeto a muchas vicisitudes […]. No hay, pues, ninguna contradicción en creer que las especies se modifican y varían sin cesar, y nos es tan imposible el saber lo que serán, como él saber lo que han sido”.1

Bajo la influencia de El Sistema de la naturaleza (1770), de Holbach —quien organizaba tertulias académicas a las que asistía Lamarck— y de las ideas del médico Georges Cabanis (1757-1808) —que defendían explicaciones materialistas sobre la naturaleza, la vida, el ser humano y, en particular, sobre el fenómeno de lo físico y lo moral del ser humano—. Lamarck terminó por convencerse de que nuestra especie se había originado a partir de un proceso de transformación continua, cuyo antepasado más cercano era un cuadrohumano emparentado con —o posiblemente ancestro de— el orangután. Fue así que Lamarck elaboró la Filosofía zoológica (1809) para argumentar a favor de esta propuesta radical cuyo objetivo era explicar el origen de lo físico y lo moral en el ser humano a partir del estudio del mundo animal.

Para lograrlo formuló varias ideas que, en conjunto, intentaban explicar en términos naturales el origen de la vida, el origen de las especies, el origen del ser humano y, en general, la transformación y la diversidad de la vida. Su objetivo con esos principios era convencer que la transformación (ahora llamada evolución) era un hecho. Lamarck se enfocó en cómo se transformaban las especies y utilizó las ideas dominantes en Francia de ese momento, la influencia del ambiente y la noción que hoy conocemos como herencia de caracteres adquiridos. Pero, para Lamarck, no era ésta la idea por la que posiblemente le interesaba ser recordado, sino por el hecho mismo de la transformación, una verdad radical y profunda, porque incluía la explicación del origen natural del ser humano; una cuestión sobre la cual escribió: “Futuras investigaciones y autores darán mayor luz a estas cuestiones”.

Las ideas que Lamarck elaboró y que consideró que abrirían nuevos caminos a la investigación sobre el origen de lo físico y lo moral del ser humano son: la especie como un concepto arbitrario, la relación ancestro-descendiente, la diversificación orgánica resultado de la ramificación, la transformación gradual de las especies, y el origen natural de la vida y sus transformaciones, entre ellas, las relacionadas con lo físico y lo moral en el ser humano. Estas ideas representan un legado que ha sido marginado si asumimos que el objetivo de Lamarck era explicar cómo se transforman las especies pero, como se ha señalado, parte de su objetivo también era defender que la naturaleza es causa de la vida, del origen de las especies, del ser humano y de los fenómenos que hoy identificamos como características cognitivas y morales.

Cuando el gran geólogo inglés Charles Lyell (1797-1875) leyó en 1828 los argumentos “radicales” de Lamarck sobre el origen natural de lo que arbitrariamente llamamos especies, comprendió que se cuestionaba sin rodeos el origen divino del ser humano y de todas las especies en general. Lyell pensó que, si las conjeturas de Lamarck eran correctas, la vida en general tendría un origen común (descendería de un solo huevo), el ser humano sería pariente del orangután y se pondría en entredicho la dignidad humana. Esa interpretación que Lyell hizo de las ideas de la Filosofía zoológica dejó una influencia marcada en dos jóvenes entusiastas, Charles Darwin (1809-1882) y Alfred Russel Wallace (1823-1913), quienes por separado y bajo su propio estilo profundizaron en el conocimiento del problema del origen del ser humano y “dieron más luz a las conjeturas” de Lamarck. La interpretación anterior, sostienen diversos especialistas de la historia de la biología, fue una mala lectura de Lyell pero, aun así, dejó una influencia fundamental en el desarrollo intelectual de Darwin y Wallace.

En Darwin, la relevancia de las especies de plantas y animales en estado doméstico y la transformación a través de la idea de la descendencia con modificación, desarrollada en sus primeros cuadernos de la transmutación —cuya escritura coincide con la lectura de los Principios de Geología (1830) de Lyell— en donde trata el asunto de las especies domésticas, la transformación de las especies y las conjeturas de Lamarck. En 1842, Darwin consideró que la “dificultad creciente” para delimitar especies, razas y variedades dentro de un mismo género fue “lo que llevó a Lamarck a la conclusión de que las especies son mutables”.2

En Wallace, la transformación de las especies es una idea que estará presente desde sus primeros años como naturalista. Leyó a Lyell entre 1845 y 1846 —como se aprecia en la correspondencia con su buen amigo Henry Walter Bates, el 11 de abril de 1846— o a partir de 1848, cuando viaja al Amazonas. Pero lo que es seguro es que pensaba de manera similar a Darwin; en su cuaderno de trabajo conocido como Cuaderno de especies (1855-1859), Wallace dedicó amplias discusiones a la transformación de las mismas, así como duras críticas contra Lamarck, pero defendió en sus propios términos la interpretación que Lyell hace de la llamada “doctrina” de la transformación continua de las especies. Comprendió, al igual que Darwin, la interpretación que Lyell hizo de las ideas de Lamarck: “Los descendientes de padres comunes pueden desviarse indefinidamente de su tipo original”.3

Lamarck inició su argumentación con un as en la mano:4 afirmó que las especies no existen. En la naturaleza sólo hay individuos que se reproducen y que en cada generación son diferentes a sus progenitores (así explica el origen de las especies de plantas y animales domesticados, incluido el origen de las diferentes razas de perros a partir del lobo). Al estirar el argumento hacia el pasado consideró que todos los mamíferos, entre ellos los primates y con ellos el ser humano, partían de un punto en común; todos los vertebrados se anclaban en un solo punto y tenían su origen en algún grupo de invertebrados. Por su parte, los invertebrados descendían de dos o tres puntos de origen natural, en palabras de Lamarck, por “generación espontánea”, que para él significaba el paso de la materia inerte a las primeras formas “orgánicas” y de allí a un ser vivo.

Tales ideas, aun cuando fueran una interpretación particular de Lyell, constituyen el origen de las ideas del pensamiento evolutivo, no en cuanto al problema de cómo se transforman las especies y cuáles son los procesos de esa transformación, pues eso es un tema que seguimos debatiendo en la actualidad. Más bien, las preguntas y las explicaciones sobre el origen de lo vivo, sobre el origen del ser humano, que se asientan en una explicación materialista y radical. De aceptarse dichas conjeturas, consideraba Lyell, “sería aceptar el derrumbe de los cimientos de muchas de nuestras creencias”.

El derrumbe había iniciado, Lamarck había puesto su as sobre la mesa: no existen las especies, sólo individuos que se reproducen y dejan descendientes similares y así, variando sin cesar, mantienen la transformación continua en la naturaleza orgánica, diversificándose continuamente. Lyell comprendió, aunque no lo hizo público en ese momento (lo hizo 30 años después en una carta dirigida a Darwin), que había sido injusto con Lamarck, porque al final reconoció que la transformación de las especies era un hecho. Lyell comprendió que Lamarck había jugado… y había ganado la partida. A partir de ese momento ya no hubo —ni habrá— marcha atrás para reconocer que somos un vertebrado, un mamífero y un primate que camina sobre la Tierra, aprendiendo cada vez más sobre su propio origen.



Referencias:

Darwin, F. Ed. The foundations of The origin of species. Two essays written in 1842 and 1844, Cambridge University Press, 1909.

Holbach, P. H. T. Sistema de la naturaleza: ó, De las leyes del mundo físico y del mundo moral. Masson e Hijo, 1822.

Lamarck, J. B. Philosophie zoologique, ou exposition des considérations relatives à l’histoire naturelle des animaux. Dentu, 1809.

Lamarck, J. B. Histoire naturelle des animaux sans vertèbres, Tome premier, Paris: Vèrdiere Libraire, 1815.

Lyell, C. Principles of Geology (Vol. 2). John Murray, 1832. Noguera S., R., et al. “El programa de Lamarck: una visión materialista de la vida”. Metatheoria: Revista de Filosofía e Historia de la Ciencia, vol. 8., núm 2, 2018, pp. 147-156. Noguera-Solano, R., et al. “The Evolutionary Thought of Jean-Baptiste Lamarck: why his original ideas should be taught in classrooms”, Science & Education (DOI: 10.1007/s11191-021-00215-0), 2021.

Wallace, A. R. On the tendency of varieties to depart indefinitely from the original type. J. Linn. Soc. Lond. Zool., 3, 1858, pp. 53-62.

Wallace, A. R. On the Organic Law of Change. A Facsimile Edition and Annotated Transcription of Alfred Russel Wallace’s Species Notebook of 1855-1859 (J. T. Costa, Ed.). Harvard University Press, 2013.

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1 Holbach, P. H. T. Sistema de la naturaleza: ó, De las leyes del mundo físico y del mundo moral, Masson e Hijo, 1822, pp. 121

2 Darwin, F. Ed. The foundations of The origin of species. Two essays written in 1842 and 1844, Cambridge University Press, 1909.

3 Lyell, C. Principles of Geology, vol. 2. John Murray, 1832, pp. 3

En alusión a la interpretación que hace Hodge, M. J. S. “Lamarck’s science of living bodies”. BJHS, 5(4), 1971, pp. 323-352.

En alusión a la interpretación que hace Hodge, M. J. S. “Lamarck’s science of living bodies”. BJHS, 5(4), 1971, pp. 323-352.