Diferencia entre revisiones de «Artículo 5: Después de los Mega – incendios: ¿Qué es lo que sigue para la Fauna Silvestre Australiana? (After the Megafires: What Next for Australian Wildlife?)»

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'''Después de los Mega – incendios: ¿Qué es lo que sigue para la Fauna Silvestre Australiana?'''
 
  
 
Por:
 
 
Wintle A. Brendan, Sarah Legge and John C. Z. Woinarski
 
 
Traducción libre por:
 
 
Luis Alfredo Vázquez Bárcena
 
 
Los mega-incendios de 2019 – 2020 en Australia trajeron una trágica pérdida de vidas humanas y la más dramática pérdida de hábitat para especies amenazadas y devastación de comunidades ecológicas en la historia postcolonial. ¿Ahora qué es lo que debe hacerse para salvar a las especies impactadas de la extinción? ¿Qué puede hacerse para evitar que se repita el impacto de tan devastadores incendios forestales? Aquí describimos lecciones duramente aprendidas que también pueden ser se relevancia global.
 
 
'''Una Temporada en el Infierno.'''
 
 
A pesar de la familiaridad de Australia con los incendios, la temporalidad, ferocidad y extensión de los incendios de 2019 – 2020 fue impactante. Por el área incendiada, fue la más larga temporada de incendios en el Este de Australia desde la ocupación europea. El área total incendiada en el Este de Australia de agosto de 2019 a marzo de 2020 fue de casi 126 000 km2 o 12.6 millones de hectáreas, casi el área de Inglaterra (13 millones de hectáreas) (Figura 1).
 
 
Los mega – incendios han ocurrido intermitentemente en Australia desde los pasados 150 años, posiblemente facilitados por el cambio de las prácticas tradicionales en el manejo del suelo por los pueblos indígenas. Por ejemplo, en 2009 los incendios en el Este de Australia quemaron un área menor al 10% de los más recientes incendios, matando a 173 personas y destruyendo más de 2 000 viviendas. Sin embargo, la más reciente temporada de incendios no tuvo precedente ni a escala geográfica, ni en duración e intensidad, y ha tenido un impacto mayor sobre las especies y ecosistemas que ya se encontraban bajo un inmenso estrés por la prolongada sequía. La amplitud de la destrucción es sorprendente. El reconocimiento aéreo posterior al incendio revela vastos paisajes de cenizas grises extendiéndose hasta donde alcanza la vista: gris, ni una mota de verde, rodeado solo por el azul del cielo y del océano (Figura 1).
 
 
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''Figura 1. Imágenes de la severidad y extensión de los incendios de Australia en 2019 – 2020.''
 
 
El impacto total sobre la biodiversidad no será completamente entendido en los años siguientes sino hasta que evaluemos todas las extinciones. Algunos cálculos previos pintan un cuadro sombrío: 327 (272 especies de plantas y 55 de animales, incluyendo 5 de vertebrados), de los aproximadamente 1800 especies amenazadas en Australia tenían una importante porción de su distribución (mayor al 10%) dentro de la zona de desastre; de ellas, 31 especies ya estaban críticamente amenazadas. Entre las especies significativamente impactadas, 114 han perdido por lo menos la mitad de su hábitat, y 49 han perdido más del 80%. Aunque estos números aún se están comprobando, parece que esto dará como resultado una significativa pérdida de poblaciones. El estado de conservación de muchas especies (por ejemplo, la cacatúa gang-gang (Callocephalon fimbriatum) y el planeador de vientre amarillo (Petaurus australis), antes considerados seguros, ahora deberán ser reconsiderados. Los impactos serán de larga duración porque muchas de las especies afectadas eran dependientes de hábitats con incendios ausentes por largo tiempo que tardan décadas en restablecerse y muchas tienen bajas tasas reproductivas y, por lo tanto, les llevará muchos años restablecer sus poblaciones. Miles de especies menos conocidas, incluidos invertebrados y plantas, muchos aún sin describirse para la ciencia, y muchos con distribuciones muy restringidas, habrán sufrido impactos dramáticos.  Algunas incluso se habrán extinguido sin haber sido descritas o nombradas.
 
 
La mayoría de los incendios dejan cicatrices de parches sin quemar dentro de la huella total del incendio, con frecuencia en pequeños patrones topográficos como barrancos abrigados y húmedos, pero algunas veces también debido a los caprichosos cambios de viento que envían el fuego en diferente dirección. Aunque aún está por hacerse un análisis más completo de variación espacial de la intensidad del fuego a lo largo de todas las áreas afectadas por el incendio, parece que, por lo menos en algunas regiones, los incendios del 2019-2020 ardieron extraordinariamente a fondo, incluso quemando barrancos profundos, bordes de la selva tropical, afloramientos rocosos y franjas ribereñas, que en incendios anteriores actuaron como refugios (Figura 1). Esto genera un reto nuevo y más serio para la recuperación de especies. Inmediatamente después del incendio, los animales que sobrevivieron al fuego ocultándose bajo el suelo, en el agua, o entre las rocas se enfrentan al reto de encontrar alimento y de evitar ser depredados en un paisaje lunar. Muchos perecerán por falta de alimento y refugio. Los animales capaces de encontrar los raros parches de vegetación sin quemar, no encontrarán un hábitat óptimo o probablemente será territorio de otro animal. Las plantas que se regeneren después del incendio son vulnerables a los herbívoros o a la desecación. Los peces mueren en agua caliente o desoxigenada debido a las pesadas cargas de sedimentos y cenizas que siguen a las primeras lluvias post-incendio. Un reto particular de los mega-incendios es que conforme el matorral se recobra lentamente, los prospectos para recolonizar por especies con limitada capacidad de dispersión, está grandemente disminuida debido a las largas distancias que las especies deben recorrer para recolonizar hábitats potenciales. En muchos casos, esas rutas de dispersión ahora están interrumpidas por tierras arrasadas y asentamientos humanos o presas y vertederos en los ríos. La recuperación también se verá obstaculizada si, como es probable, disminuye el intervalo entre incendios sucesivos.
 
 
'''En el Calor del Momento.'''
 
 
En el medio de la emergencia, la respuesta fue, comprensiblemente, casi únicamente enfocada a poner a salvo la vida humana y la propiedad. Desafortunadamente, hubo poca prioridad estratégica en las operaciones de control del fuego hacia la protección de poblaciones clave de especies amenazadas, hábitats críticos y comunidades ecológicas amenazadas. Así, aparte de algunos casos excepcionales, la destrucción de la biodiversidad no fue abatida por la intervención humana.
 
 
En las secuelas inmediatas de los incendios, la respuesta hacia la vida silvestre se enfocó primariamente en el bienestar animal. El esfuerzo diferenciado de los veterinarios fue impresionantemente rápido, con un significativo apoyo del gobierno. Imágenes de bandas de koalas (Phascolarctos cinereus) a las que los bomberos les ofrecían agua, resultaron en la donación de 100 millones de dólares australianos a organizaciones de bienestar animal. Una de las pocas respuestas preventivas dirigidas a la conservación de especies fue para el pino Wollemi (Wollemia nobilis), en peligro crítico de extinción y de gran antigüedad: la especie fue salvada por una tripulación de operaciones aéreas, quienes depositaron retardante de fuego en las crestas que rodean las pocas poblaciones, y por los administradores de conservación que instalaron sistemas de riego alrededor de los árboles. Este fue un maravilloso éxito proactivo, pero tristemente excepcional, de conservación de la naturaleza. La ausencia de protección estratégica dirigida a la protección de especies, ecosistemas y lugares emblemáticos amenazados es decepcionante, dado que sabemos que es más difícil restaurar la naturaleza que prevenir su pérdida o daño.
 
 
'''Conforme el Humo se Disipa.'''
 
 
Por contraste, la respuesta post-incendio de las agencias, ha sido enérgico, enfocada y adepto. Antes de que los incendios acabaran, los gobiernos federal y estatales prometieron casi 100 millones de dólares australianos para conservación. Se formaron paneles de expertos, con el apoyo de organizaciones científicas y no gubernamentales se analizaron los impactos sobre las especies y ecosistemas. Grupos de expertos salvaron aves, plantas y sus semillas, así como especies de peces que enfrentaban la muerte post-incendio o estaban en peligro inminente por posibles incendios. Las acciones incluyeron el control selectivo de herbívoros y depredadores salvajes, la construcción de cajas de  nidación artificiales y la alimentación complementaria de los macrópodos en peligro. Principalmente, fue un impresionante inicio para el largo camino de la conservación post-incendio.
 
 
Al momento de escribir este documento, el Gobierno Australiano y las organizaciones civiles continúan asignando recursos significativos para apoyar la recuperación de especies y ecosistemas afectados por el incendio. Tales acciones incluyen un reconocimiento post-incendio para cuantificar los impactos sobre especies y ecosistemas, para manejar amenazas post-incendio, y para monitorear cambios en especies y ecosistemas posteriores al incendio y en respuesta a acciones de recuperación. Algunas de las acciones más ampliamente implementadas han incluido el sacrificio aéreo de herbívoros salvajes (principalmente venados), que amenazan la regeneración de bosque sensible y ecosistemas alpinos, e intensificaron el exterminio de depredadores introducidos (principalmente zorros) en áreas afectadas por el incendio donde ellos cazan fauna silvestre nativa de manera más intensiva y exitosa (1).
 
 
Comparada con la limitada consideración a la protección a la biodiversidad en los planes y manejo de preparación para incendio y durante la emergencia del incendio, la inmediata respuesta post-incendio estuvo generalmente bien organizada, basada en hechos científicos y relativamente bien abastecida.
 
 
'''¿Y Ahora Qué?'''
 
 
La gran atención dada en los medios a la situación de la vida silvestre durante los incendios ha creado un impulso en torno a la conservación post-incendio de la biodiversidad. Dado que los esfuerzos de recuperación pueden requerir que se mantengan por años, incluso décadas, un reto fundamental será mantener el apoyo hacia estos esfuerzos conforme la memoria colectiva del incendio se desvanece y los gobiernos y la sociedad luchan contra otro desastre, el Covid 19. Monitorear los resultados de los esfuerzos de recuperación y rastrear el destino de las especies después de los incendios es crucial, no solo para informar dónde es más necesaria la inversión continua del esfuerzo de conservación y qué acciones de recuperación están funcionando mejor, sino también para la participación pública (2).
 
 
Aún quedan muchos retos; se requiere una sistemática priorización para determinar donde son más benéficos los esfuerzos de gasto y conservación tales como el control de depredadores y herbívoros, y para implementar a tiempo la reintroducción de especies que fueron rescatadas durante e inmediatamente después del incendio. También se requerirán translocaciones para “rescatar” o reforzar poblaciones, y para restablecer poblaciones en áreas de donde fueron extirpadas. Se requerirá la reasignación de estatus de conservación para identificar  y enlistar especies que ahora enfrentan un palpable riesgo de extinción. Será necesaria la restauración activa, incluyendo la cosecha de semillas y la siembra aérea de algunos ecosistemas forestales si queremos que persistan después de repetidos incendios (3). Existe una oportunidad significativa de acoplar los por la restauración post-incendio del bosque con los fondos para las iniciativas del secuestro de carbono para apalancar la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, la mayoría de estas acciones deben ser desplegadas bajo un conocimiento imperfecto, haciendo que sea crucial el monitoreo riguroso de los resultados, para mejorar la comprensión y maximizar la efectividad continua en un marco de gestión adaptativo (4).
 
Evitar la tala de "salvamento" dañina posterior al incendio es clave para la supervivencia de muchas especies
 
 
Evitar el daño a los senderos cortafuegos establecidos post-incendio, es clave para la supervivencia de muchas especies, tales como el gran planeador (Petauroides volans) y el búho de hollín (Tyto tenebricosa) (5). La protección de hábitats en los antiguos bosques residuales es una de las acciones post-incendio más cruciales, pero que políticamente presenta mayor reto de llevar a cabo, ya que conservar el hábitat para especies amenazadas compite con consideraciones económicas. Desafortunadamente, cada nuevo incendio confiere mayor importancia a los hábitats de bosques antiguos cada vez más disminuidos que aún permanecen, haciendo su protección aún más crítica para la supervivencia de las especies que dependen de ellos. Existen cuidadosos análisis de la importancia de los hábitats remanentes para la sobrevivencia de las especies, que proveen evidencia que apoya su protección, de cara a las presiones económicas (6, 7).
 
 
'''Estén Listos, Ocurrirá Nuevamente.'''
 
 
Consistente con una creciente tendencia global de calentamiento y sequía, 2019 fue el año más caliente y seco de que se tenga noticia en Australia. La lluvia nacional anual fue 40% menor que el promedio y las temperaturas máximas fueron 2.1°C por encima del promedio máximo. El índice de incendios forestales en diciembre de 2019 fue el más alto registrado para casi todo el Este de Australia (8). Con el cambio climático estas condiciones incrementarán su frecuencia, y los eventos de incendios catastróficos se harán cada vez más frecuentes.
 
 
Se deriva poca alegría de reflexionar sobre el tamaño cada vez mayor de los incendios y el intervalo cada vez menor entre ellos. Sin embargo, resalta la importancia de aprender de cada experiencia y hacerlo mejor la próxima vez, ya que habrá muchas próximas. Puede ser de ayuda tener una guía clara de cómo organizar de manera más efectiva las actividades de conservación de especies y ecosistemas antes, durante, e inmediatamente después de un evento de incendio mayor (Figura 2). Reflexionando sobre la reciente temporada de incendios, le fallamos a la naturaleza, tanto en el calor del momento como de antemano. Las acciones precautorias antes de la catástrofe deberían incluir: el establecimiento de más poblaciones aseguradas (que pueden ser usadas como fuente después de tales incendios extensivos); translocaciones para permitir una mejor distribución de los riesgos; un control extensivo, sustentado y más efectivo de otras amenazas que pueden agravar los impactos del fuego; y recopilación de datos de encuestas y monitoreo de línea de base para ayudar a identificar lugares críticos para proteger, priorizar respuestas de emergencia, y proveer claridad acerca de lo que se ha perdido, inmediatamente después de un evento de incendio.
 
 
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''Fig. 2. Actividades Clave en la Preparación y Respuesta a Incendios Forestales para Minimizar la Pérdida de Biodiversidad y para Ayudar a Asegurar y Acelerar su Recuperación.''
 
 
La mayoría de los incendios de temporada 2019-2020 fueron iniciados por rayos, y poco se puede hacer para detener esto. Sin embargo, muchos incendios son de origen antropogénico (9). Sería de ayuda reducir las igniciones antropogénicas y proveer de una supresión más efectiva después de que los incendios salgan de control. Como sociedad, podríamos hacer la elección de invertir más para una capacitación temprana en la supresión de incendios. También existe la necesidad en los centros de control de incendios de dar un mayor reconocimiento a la importancia de proteger los activos naturales durante los incendios forestales, desarrollando y planificando estrategias. En la actualidad, los activos naturales figuran solo en algunos de los planes que forman la base de la estrategia de lucha contra incendios. En la mayoría de los planes de manejo y control de incendios, hay poca información espacial sobre la presencia de características críticas de la biodiversidad que deben protegerse, reconociendo que es imposible reemplazar millones de años de evolución. Podría ser poco realista esperar que hábitats críticos de nuestras especies más precarias compitan por recursos para combate a incendios con casas y granjas. Estamos demasiado interesados en nosotros mismos. Sin embargo, ¿podríamos imaginar que el último hábitat restante para un walabí de roca de cola de cepillo (Petrogale penicillata) podría aparecer como un activo para la protección en un incendio que arde en un área silvestre? Por seguro, esto necesita hacerse. Para ello, se requiere de una priorización, mapear hábitats de valiosas especies sensibles al fuego e indicar al controlador de incendios que estos mapas deben ubicarse junto con mapas de infraestructura humana crítica en la sala de control de incendios. La inclusión de bienes biodiversos en los planes de manejo de incendios y operaciones de control de incendios también necesita ser complementada por el reconocimiento de los riesgos que los incendios forestales tienen sobre el manejo de la conservación y los planes de recuperación: muy pocos de los planes ya existentes para especies amenazadas anticiparon tales catástrofes y proveyeron una guía útil de cómo proceder.
 
 
Deberíamos de aprender de lo que marchó bien esta pasada temporada de incendios y asegurarnos de que las respuestas exitosas estén bien implementadas la próxima vez, tanto aquí en Australia, como en biomas semejantes de cualquier otro lugar del mundo. La rápida producción de resúmenes estadísticos espaciales que identifican las especies más afectadas facilitó la priorización de la atención inmediata, y qué tipo de atención debía darse; probablemente estas acciones salvaron especies. Afortunadamente, algunos de estos procesos fueron documentados y se hicieron públicos.
 
 
Hay un papel cara cada quien tanto en la reducción de riesgos de incendio, como minimizando pérdidas durante el incendio o durante la recuperación después del incendio. Aquí nos hemos enfocado principalmente en el papel de los administradores de tierras, el rescate de vida silvestre, los formuladores de políticas y los ecologistas. Sin embargo, el papel principal puede residir en las ciencias de la comunicación y sociales. Existe un riesgo significativo de que los mega-incendios sean atribuidos a la presencia de vegetación natural. Necesitamos entender mejor estas percepciones y diseñar mensajes que apagan el deseo de castigar al bosque y al matorral por lo que sucedió en las comunidades rurales y evitar un brote de desmontes en nombre de la prevención de incendios, ya sean ilegales o sancionados por el estado. Es vital comunicar el asombro y la maravilla de nuestras especies y ecosistemas, y el mensaje de que, si bien siempre viviremos con el riesgo de incendio en nuestros paisajes, esos riesgos para las personas y la propiedad pueden gestionarse y mitigarse sin la necesidad de más sacrificio de la naturaleza.
 
 
'''Referencias.'''
 
 
1. McGregor H.W. et al. Extraterritorial hunting expeditions to intense fire scars by feral cats. Sci. Rep. 2016; 6: 22559
 
 
2. Legge S. et al. Monitoring Threatened Species and Ecological Communities. CSIRO Publishing, 2018
 
 
3. Bassett O.D. et al. Aerial sowing stopped the loss of alpine ash (Eucalyptus delegatensis) forests burnt by three short-interval fires in the Alpine National Park, Victoria, Australia. For. Ecol. Manage. 2015; 342: 39-48
 
 
4. Duncan D. Wintle B.A. Pettit Bishop I. Towards adaptive management of native vegetation in regional landscapes. Springer-Verlag, 2008: 159-182
 
 
5. Lindenmayer D.B. Ough K. Salvage logging in the montane ash eucalypt forests of the central highlands of Victoria and its potential impacts on biodiversity. Conserv. Biol. 2006; 20: 1005-1015
 
 
6. Lindenmayer D.B. Possingham H.P. Ranking conservation and timber management options for Leadbeaters possum in Southeastern Australia using population viability analysis. Conserv. Biol. 1996; 10: 235-251
 
 
7. Bekessy S.A. et al. Modelling human impacts on the Tasmanian wedge-tailed eagle (Aquila audax fleayi). Biol. Conserv. 2009; 142: 2438-2448
 
 
8. Boer M.M. et al. Unprecedented burn area of Australian mega forest fires. Nat. Clim. Chang. 2020; 10: 171-172
 
 
9. Collins K.M. et al. Spatial patterns of wildfire ignitions in south-eastern Australia. Int. J. Wildl. Fire. 2015; 24: 1098-1108
 
 
 
Tomado de:
 
 
Wintle, A. Brendan, Sarah Legge, John C. Z. Woinarski. (14/07/20). After the Megafires: What Next for Australian Wildlife?. Trends in Ecology & Evolution, Vol 35, Issue 9, 753-757.
 
 
https://www.cell.com/trends/ecology-evolution/fulltext/S0169-5347(20)30171-3?_returnURL=https%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS0169534720301713%3Fshowall%3Dtrue Recuperado 30/julio/2020
 

Revisión actual del 00:50 13 sep 2020